La Cenicienta - Schedule, Program & Tickets

La Cenicienta

Cenicienta, como tantas otras historias transmitidas de generación en generación, es totalmente atemporal. Detrás de su historia de una joven pobre que se convierte en rica, este cuento de hadas contiene un mensaje universal, que nos muestra y nos explica cómo el amor puede llenar nuestras vidas. Fue es esta verdad fundamental en la que se inspiró Serguéi Prokófiev para componer la música para su Cenicienta, escrita entre 1940 y 1944 y estrenada en el Teatro Bolshoi de Moscú el 21 de noviembre de 1945.

Uno de los placeres del ballet es que una coreografía seguramente no será nunca la última palabra sobre la manera en la que puede interpretarse una obra. Y este es el caso de Cenicienta. Una de las versiones más extraordinarias de los últimos años, después de la creación original de Rostislav Zakharov para la partitura de Prokófiev, fue la de Maguy Marin en 1985, cuya coreografía se desarrolla en una casa de muñecas. Posteriormente, en 2013, fue Thierry Malandain quien, permaneciendo fiel al libreto de Nikolai Volkov para Prokófiev, el cual a su vez fue adaptado del cuento Cendrillon de Charles Perrault, creó su Cenicienta para la Opéra Royal de Versailles a petición de su director, Laurent Brunner.

Estrenada el 3 de junio de 2013 en el Kursaal de San Sebastián (España), Cenicienta (Cendrillon) fascinó, apenas cuatro días después, a los amantes de la danza de los alrededores de París. Las críticas de prensa que siguieron elogiaron unánimemente la obra, citando, en particular, el sentido de optimismo y esperanza que el maestro coreógrafo había aportado a la historia de Cenicienta. Ahora es el turno del público de la Ópera Popular de Viena de dejarse cautivar por este galardonado ballet de Malandain.

Cenicienta, en manos del coreógrafo francés, tiene una fluidez ligera sublime que casa perfectamente con el aspecto grácil de los bailarines. El decorado de fondo, que alterna entre una luz suave azul, gris y blanca, revela decenas de zapatos idénticos, haciendo referencia al momento clave del ballet en el que la vida de Cenicienta cambia para siempre. Sus hermanastras y la madre de éstas, interpretadas por hombres, son divertidas y grotescas, aunque parece que aprenden, al final, que la danza es belleza; mientras, la utilización de accesorios por parte de Malandain, desde el simple aro en el que Cenicienta hace su entrada en el baile hasta los maniquís sin cabeza que bailan en la pista, es el complemento ideal de su concepción minimalista.

Lo que distingue a Malandain de entre sus contemporáneos es su actitud hacia el ballet clásico. Según él, es inevitable que la danza, ya sea moderna o vanguardista, lleve en su ADN la tradición clásica. Como resultado, su repertorio, que abarca desde algunas de las obras más famosas del género, incluyendo Romeo y Julieta o El cascanueces, hasta nuevas creaciones, como Lucifer de Guillaume Connesson, se escapa a toda categorización. Lo más importante para Malandain es, sencillamente, encontrar un ballet que le guste.
Fue es esta verdad fundamental en la que se inspiró Serguéi Prokófiev para componer la música para su Cenicienta, escrita entre 1940 y 1944 y estrenada en el Teatro Bolshoi de Moscú el 21 de noviembre de 1945.

Uno de los placeres del ballet es que una coreografía seguramente no será nunca la última palabra sobre la manera en la que puede interpretarse una obra. Y este es el caso de Cenicienta. Una de las versiones más extraordinarias de los últimos años, después de la creación original de Rostislav Zakharov para la partitura de Prokófiev, fue la de Maguy Marin en 1985, cuya coreografía se desarrolla en una casa de muñecas. Posteriormente, en 2013, fue Thierry Malandain quien, permaneciendo fiel al libreto de Nikolai Volkov para Prokófiev, el cual a su vez fue adaptado del cuento Cendrillon de Charles Perrault, creó su Cenicienta para la Opéra Royal de Versailles a petición de su director, Laurent Brunner.

Estrenada el 3 de junio de 2013 en el Kursaal de San Sebastián (España), Cenicienta (Cendrillon) fascinó, apenas cuatro días después, a los amantes de la danza de los alrededores de París. Las críticas de prensa que siguieron elogiaron unánimemente la obra, citando, en particular, el sentido de optimismo y esperanza que el maestro coreógrafo había aportado a la historia de Cenicienta. Ahora es el turno del público de la Ópera Popular de Viena de dejarse cautivar por este galardonado ballet de Malandain.

Cenicienta, en manos del coreógrafo francés, tiene una fluidez ligera sublime que casa perfectamente con el aspecto grácil de los bailarines. El decorado de fondo, que alterna entre una luz suave azul, gris y blanca, revela decenas de zapatos idénticos, haciendo referencia al momento clave del ballet en el que la vida de Cenicienta cambia para siempre. Sus hermanastras y la madre de éstas, interpretadas por hombres, son divertidas y grotescas, aunque parece que aprenden, al final, que la danza es belleza; mientras, la utilización de accesorios por parte de Malandain, desde el simple aro en el que Cenicienta hace su entrada en el baile hasta los maniquís sin cabeza que bailan en la pista, es el complemento ideal de su concepción minimalista.

Lo que distingue a Malandain de entre sus contemporáneos es su actitud hacia el ballet clásico. Según él, es inevitable que la danza, ya sea moderna o vanguardista, lleve en su ADN la tradición clásica. Como resultado, su repertorio, que abarca desde algunas de las obras más famosas del género, incluyendo Romeo y Julieta o El cascanueces, hasta nuevas creaciones, como Lucifer de Guillaume Connesson, se escapa a toda categorización. Lo más importante para Malandain es, sencillamente, encontrar un ballet que le guste.

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