El hecho de que reírse de los agravios pueda ser liberador sin conducir a una alegría que desplace la realidad se debe a la alta calidad de la comedia clásica de Heinrich von Kleist. Aunque la comedia tuvo su estreno mundial hace más de 200 años, los hechos tratados en ella parecen casi atemporales: aquí una persona intenta con vehemente audacia asegurar su posición de poder. La verdad se vuelve irrelevante.